viernes, 16 de noviembre de 2007

Silicon Valley quiere convertirse en la meca de los automóviles eléctricos

Los automóviles eléctricos parecían condenados al olvido desde finales de los años 90, pero en el californiano Silicon Valley varias empresas han retomado el interés y quieren llenar en breve las carreteras con estos vehículos.

El alto precio del petróleo y el éxito de modelos híbridos como el Toyota Prius están motivando a muchos fabricantes a experimentar con tecnologías alternativas, si bien los primeros automóviles podrían no estar al alcance de cualquiera.La firma californiana Tesla Motors es una de las compañías más prometedoras del sector y proyecta lanzar el próximo año el primer deportivo eléctrico del mercado.

El Roadster, como se conoce al prototipo, aspira a convertirse en un éxito entre los apasionados de los deportivos de lujo con conciencia ecológica y que, además, puedan desembolsar los 100.000 dólares que costará el automóvil.En la lista de espera figuran nombres como el de George Clooney, los fundadores de Google -firma que, por cierto, subvenciona la compra de vehículos híbridos a sus empleados- y hasta el gobernador del estado de California, Arnold Schwarzenegger.

El Roadster alcanza una velocidad de 125 millas por hora (201 kilómetros por hora) y permite conducir unas 245 millas sin recargar (394 kilómetros), 100 millas más que el malogrado EV1 que General Motors lanzó en 1999.La principal innovación es que el Roadster funciona con baterías de iones de litio semejantes a las de los ordenadores portátiles y que, según Tesla, tienen más capacidad de almacenamiento que las baterías de níquel de los vehículos híbridos del mercado.

A diferencia de otros fabricantes de automóviles, Tesla se concentra en la producción de las baterías y del software para el deportivo y todo lo demás, desde los frenos hasta los cinturones, lo encarga a otras firmas.La cultura empresarial es también más parecida a las de sus vecinos en Silicon Valley que a las de sus competidores en Detroit. Tesla ofrece opciones sobre acciones a sus empleados y se financió con aportaciones de inversores privados y firmas de capital-riesgo.Las inversiones de compañías de capital-riesgo también están detrás de Project Better Place, una organización que aspira a revolucionar la industria automovilística fabricando baterías intercambiables para vehículos eléctricos.

Project Better Place quiere ser algo así como un operador de telefonía móvil: la firma venderá o alquilará automóviles eléctricos en paquetes que incluyen cuotas mensuales y, además, operará una red de estaciones de servicio para recambiar las baterías. La principal novedad es que estas baterías de litio podrán ser extraídas del vehículo y cambiadas por otras, lo que evitará perder tiempo en recargar y permitirá hacer más kilómetros.Shai Agassi, ex-directivo del fabricante de software SAP y fundador de la empresa, afirma que "la tecnología existente unida a un modelo de negocio adecuado y una infraestructura de escala permitirán una reducción significativa de las emisiones de carbono".

Las pantallas negras y el ahorro de energía.

Los monitores CRT generan el color blanco a base de proyectar rayos catódicos, a su máxima intensidad, con sus tres cañones (R, G y B). El negro se produce precisamente por ausencia de proyección. Por eso, una pantalla negra es sinónimo de ausencia de emisión catódica, y por tanto ausencia de consumo energético (en lo que a rayos catódicos se refiere, claro, porque otras partes del monitor –decodificador de señal, amplificadores, etc.- consumen lo mismo esté la pantalla negra o blanca).

Sin embargo, el mecanismo de los LCD (los TFT son también LCD) es diferente. Éstos tienen una lámpara de vapor de mercurio (o sea, un fluorescente) tras la capa de cristal líquido. Esa lámpara está permanentemente encendida (mientras el monitor está encendido, se entiende). En estas condiciones, la luz atraviesa los pixeles inactivos. La activación (y por tanto el consumo energético) de un pixel hace que el cristal líquido que lo forma se vuelva opaco a la luz proveniente de esa lámpara. En otras palabras: son los pixeles negros los que consumen, y no los blancos; justo al contrario que en los CRT.

Pero la energía empleada en hacer opacos estos pixeles es una parte muy pequeña comparada con el consumo de la propia lámpara de mercurio o el de la electrónica de decodificación y amplificación del monitor. Un CRT en blanco puede consumir bastante más que en negro, pero un TFT en negro consume casi lo mismo que en blanco (me falta ratificar esta opinión con la pinza amperimétrica. Por favor, si alguno tiene una...).

Esta breve (para algunos excesiva) explicación es sólo por si alguno de nosotros pretendía contribuir al ahorro energético mundial empleando páginas negras en un monitor TFT; lo siento, pero no sirve de nada.

Podéis ver la sección de FAQ (añadiendo “/faq” a la URL) de la página mencionada. El estudio de consumo energético en el que basan su existencia es de 2002, cuando la mayoría de los monitores eran CRT. Parece que ellos mismos reconocen que los LCD “no presentan mucha diferencia”. Cito literalmente:

Does Blackle save energy on LCD and CRT monitors?
The main aim of Blackle is to remind people of the need to take small steps to save energy in their everyday lives. There is a significant difference in energy consumption between black and white screens for CRT monitors. CCFL LCD monitors do not show as much difference, however, many of the coming monitor technologies are expected to show a significant difference. Technology is constantly changing but the need to take steps to save energy is constant.

Quizás sea, como ellos apuntan, el efecto psicológico lo único que justifique usar esta alternativa. Como dicen arriba: “The main aim of Blackle is to remind people of the need to take small steps to save energy in their everyday lives” (“El principal objetivo de Blackle es recordar a la gente la necesidad de dar pequeños pasos para ahorrar energía en su vida cotidiana”). Aducen que la presencia de una página negra en nuestra pantalla puede contribuir a recordarnos la necesidad de preservar la energía (“Secondly we feel that seeing Blackle every time we load our web browser reminds us that we need to keep taking small steps to save energy”).

La mejor forma de “salvar” energía es no consumirla. Pongamos las pantallas en blanco o en negro, a gusto, pero acordémonos de apagarlas cuando no estemos frente a ellas.